SANCHEZ CERRO E ICHUÑA.

No tenía ganas de publicar nota alguna en mi blogs que no sea escrita en mi Lenovo, a más de un mes aun sigo extrañando “mi mejor juguete”, ya resignado a no volverlo a ver, seguiré lamentando lo descuidado que fui; he de asumir mi responsabilidad tan cual como me recuerda mi hermano: “uno esta como quiere estar”, muy cierto y yo ahora estoy en un distrito de Sánchez Cerro por las alturas de Moquegua.
No conocía pueblo tan tranquilo como este, pensé que mi trajinar me habría hecho pasear por los lugares más desolados del altiplano, había visitado lugares de El Alto en Bolivia en variantes situaciones, sabía que Lampa era un pueblo atrapado en la historia y que mi Huatta no atraía muchas alegrías, pero Ichuña ha excedido estas expectativas.
Embarrado no era el estado de cómo llegue aquí, pero si fue engorroso a plenitud, “ni por un millón de soles me quedaría a vivir aquí” fue lo primero que escuche al llegar a Ichuña, desde entonces empecé a preocuparme, quizá regresar en la misma unidad móvil que me trajo era lo adecuado, pero mi ímpetu desmochado e incidente me lo impedían.
Ichuña se ubica más cerca a Puno en comparación a Santo Tomas, sin embargo; la trayectoria pareciera más distante a Juliaca por la sencilla razón de no existir movilidad cualquier día de la semana como en aquel añorado pueblo de los Qorilazos.
No existirá moneda alguna para justificar la lección aprendida, en estos momentos puedo vislumbrar el camino a seguir, quizá pretendí cambiar de rumbo, finalmente agradecido estaré con Ichuña por la lección que me entrega, he reconocido el valor de la responsabilidad, el cumplimiento del deber y todas las obligaciones que la vida nos presenta.