CHUMBIVILCAS Y EL MAGICO DESTINO “LA TIERRA DEL BRAVO QORILAZO”.

Algo más de tres meses, me recuerdan la partida más subliminal y la despedida más atroz que uno puede resistir, un 15 de febrero marca el inicio del final de una vida por demás humilde, una primera vez y no podía vestir de aquella rosa roja que nos acompaña cada segundo domingo de mayo, sin otra alternativa a la de la anestesia liquida para calmar la sed de angustia me encontré, y así se fue.
Chumbivilcas entonces ha sido capaz de soportar, un intenso dolor y por tantas otras razones le debo reverencias a tan maravillosa tierra que mágicamente me alejo de la indiferencia, dudo entonces que mi llegada a este histórico pueblo haya estado marcado por la casualidad del destino, por el contrario, estaba anunciada 6 meses antes de mi llegada, simplemente aquella oportunidad la confundí con otra provincia de similar valentía.
Empezando los últimos tres meses del año pasado, iniciaba a escribir un cuento el cual termino de consumirme, de confundirme y complicarme, el autor convertido en personaje principal no solo fue a enredar el relato sino que termino apropiándose de él, y aquí me encuentro; lo que ahora lamento en esta historia es de no haberla compartido por este medio, sino habérsela entregado solo a mi hermanita, pero no es tarde para reconstruirla y difundirla aunque sea a los pocos seguidores de mi espacio virtual.
Culminando entonces un capitulo en la minería, e de volver a escribir como el quijote de un divertido grupo humano, esta vez en Santo Tomas cargando siempre en mis hombros el espíritu juvenil y aventurero que me caracteriza, para culminar la presente entrada debo precisar sobre este mágico destino y “la tierra del bravo Qorilazo”, el arribo, no escapa a un tramo más de los miles de episodios que acompañan mi camino, esta vez en El Alto - La Paz, resulta que acompañaba al genuino caporal peruano, un cumparcito, pero que cumparcito; “El señor de los caporales en el Perú”, por circunstancias de la vida un acostumbrado viaje a recoger el tema de caporales y del recuerdo, se convirtió en nuevo incidente algo dramático, llegando al aeropuerto y volando sobre nuestras desazones, el viaje de retorno había cobrado sabor diferente, un retraso inesperado bajo la consecuencia de reconocer la casa de los señores Estrada Pacheco, legítimos maestros en el arte y el folklore boliviano, cultores de la danza de los caporales, fueron ellos los recreadores de la danza de los caporales; bajo un conocido puente entonces, nos perdíamos en este nuevo episodio, con los corolarios ya descritos.
Con un día de retraso, llegaba a la brava tierra del los Qorilazos, el vivir de los caporales le debía un día a mi horizonte diseñado.
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